lunes, 26 de enero de 2009

Un botón de muestra

Una semana después del cuestionario a Trecet, entrevistan en la misma sección del Magazine de El Mundo al secretario general de los socialistas madrileños, Tomás López. Se repite la pregunta:
-"¿Cuál es su mayor defecto?"
Y el tipo ¿qué responde?
-"Soy perfeccionista en exceso".
Paciencia, Señor...

domingo, 18 de enero de 2009

Ramón 13T

Me gusta Ramón Trecet. Tengo su voz grabada desde que era niña con la etiqueta de Baloncesto colgada, a pesar de que nunca he seguido ese deporte. Unos cuantos años después, reencontré la voz de Ramón Trecet cuando estudiaba en Pamplona. A la hora de comer poníamos Radio 3 y ahí estaba él con sus descubrimientos musicales y su Diálogos 3, que ha mantenido en antena durante 34 años.
Todo esto viene porque hoy lo entrevistan en el mismo suplemento dominical en el que Soraya Sáenz de Santamaría muestra su sonrojante candidez para regocijo de Pedro J. Ramírez. Si la portavoz parlamentaria del PP aparece entre gasas, abandonada a la confidencia, en el suelo de una lujosa suite de un lujoso hotel de Madrid, Trecet asoma en la antepenúltima página del Magazine de El Mundo por un ventanuco y estruja en cada mano un zapato de estilo más bien ramplón mientras dice alguna que otra cosa inaudita y unas cuantas divertidas.
Inaudito es hoy que a alguien le hagan la tan manida y, en ocasiones, todavía eficaz pregunta de "¿Cuál es su mayor defecto?" y que ese alguien responda precisamente citando un defecto -ya no digo ni el mayor ni el peor-. Cuando lo habitual es que el entrevistado se confiese perfeccionista en exceso o demasiado trabajador -¡tremendos pecados!-, Trecet reconoce: "Soy extraordinariamente orgulloso y prepotente". ¡Bravo!... pese a todo.
Él, que debe de conocer tantas canciones, dice que la suya es Ne me quitte pas, de Jacques Brel; su película, El tercer hombre, de Carol Reed; y su libro, El Manantial de Ayn Rand. Y cuando le preguntan qué le hace reír, dice algo tan cómico como esto: "Juan Cruz [periodista de El País]. Hay entrevistadores que quieren quedar tan de puta madre que retocan sus propias preguntas".
Si no hubiese sido periodista, asegura que lo suyo sería trabajar de conserje. "Tienes mucho tiempo para pensar en todo... menos en ti mismo". Y cuando le piden que describa su domingo ideal, responde algo que yo podría parafrasear: "Frente al ordenador, escribiendo mi blog en Marca: 13t". Me gusta, sí.

domingo, 4 de enero de 2009

Vida nueva

A Moha, que es musulmán, le llegó la Navidad adelantada. Hace unas semanas se presentó en el periódico donde yo trabajaba y le preguntó por mí a la chica de la centralita:
-¿María?- le interrogó ella mientras, seguramente, comenzaba a registrar sin reparo los detalles de la enorme planta de Moha y de la impresionante belleza de la chica que lo acompañaba- ¿Qué María?
-María la periodista- precisó él.
-Pero es que aquí hay muchas Marías periodistas...- apostilló ella, que se ufana de estar muy bien informada, como si en lugar de telefonista fuera portera.
Como en un juego de pistas, Moha aventuró un dato más.
-Su novio también es periodista y trabaja aquí.
-¿Y cómo se llama?- continuó ella, que quizá entonces se había fijado ya en la piel fina de la chica, en sus uñas tan bien arregladas y en su vestir europeo.
-Se llama... Se llama... jefe- respondió Moha, y seguro que lo hizo ya con su sonrisa grande, consciente de lo difícil que se estaba volviendo una búsqueda que le había parecido tan sencilla.
Al poco de que la chica de centralita hiciese una llamada a una extensión interna, apareció en el vestíbulo del periódico una periodista con una libreta y un bolígrafo, de nombre Marta en lugar de María, pero también con novio periodista y jefe en ese medio.
-Ésta no es- parece que sentenció Moha.
Le hicieron falta tres pistas más -alto, con barba y gafas- para que la telefonista nos acabase de poner cara.
-¡Ah...!- concluyó por fin ella, y en unos segundos le aclaró que yo ya no trabajaba allí y que el novio periodista no se encontraba.
A cambio de esta información, Moha tuvo que contarle lo que pretendía contarme a mí: que no venía a darme ninguna noticia, sino a presentarme a aquella alta, preciosa y jovencísima mujer, a su mujer, a la que ni siquiera había podido ver el día de su boda -por poderes- y a la que llevaba meses intentando traerse a España. A mí, por teléfono, acabó de contarme el resto: que estaba recién llegada de Senegal vía Lisboa, que se quedaría de vacaciones y que él era feliz. "Hacían una pareja...", me resumió días después la telefonista, mordiéndose el labio admirada, tras contarme con todo detalle la escena.

La siguiente vez que vi a Moha tenía la mirada brillante, húmeda por momentos. Me contó que Mariam ya se había ido, que había arreglado papeles aquí para poder regresar con un trabajo, pero que no sabía cuándo podría ser eso. Le recordé la última conversación que habíamos tenido meses atrás, cuando la llegada de Mariam parecía casi imposible y cuando él, para no hundirse, repetía las palabras que su padre le decía por teléfono: "Moha, tú eres fuerte, tú eres un león".
-¿No ves como todo se va arreglando?
-Sí, poco a poco...- me dio la razón, y ese día siguió contándome cosas mientras jugaba con un mechón de mi pelo entre sus dedos, cariñoso como un niño pequeño, saudoso como un enamorado.

El día 31 de diciembre Moha cumplió años, pero su regalo debió de llegarle tres días antes. Mariam tenía previsto aterrizar en Peinador el domingo 28 por la noche. Para quedarse. Moha me contó que trabajará en Ourense, donde él tiene una familia autóctona que lo ha adoptado de corazón; me dijo que él ya planea pasarse allí los días que en A Coruña hay menos trabajo. Moha me contó también, con sus palabras claras y esenciales, hechas de agua y pan, lo mucho que la quiere, lo mucho que ella lo quiere a él. Me contó sus planes, su historia, sus torturas...
Y otras cosas de su amor que aquí no se pueden contar.