Intuía que Jeff Jarvis era un tipo interesantísimo porque, entre otras cosas, alguien se dedicaba a la tarea de traducir cada uno de sus post, pero aun así nunca me había parado a leerlo porque cuando trabajo -que es cuando me lo topo- apenas paso de los titulares. El otro día alcancé a leer dos o tres párrafos y me convencí del enorme peso que tienen los flujos digitales, muchas veces mayor que el de algunas bibliotecas.
Fueron estos:
Fueron estos:
"Mi preocupación es que cada vez tuiteo más y blogueo menos. Twitter satisface mi deseo de compartir. Esa es la principal razón por la que blogueo, y he descubierto que eso es lo que hace mejor un post. También quiero almacenar información, como si enterrase nueces; una vez que está en el blog, la puedo encontrar. Pero cuando comparto enlaces en Twitter, desaparecen pronto. También uso mi blog para analizar ideas y ver las reacciones. Twitter es pobre para eso (bueno, supongo que Einstein podría haber twiteado su teoría de la relatividad, pero muchas ideas y discusiones son demasiado amplias para ese formato), pero aún así lo estoy usando más en ese sentido que el blog.
No es que no pueda ni deba bloguear también lo que digo en Twitter; los tuits pueden ser el ensayo en el suburbio, el blog el estreno en Broadway (y el libro, Hollywood). Pero Twitter lucha por hacerse con mi tiempo y atención. Es mucho más rápido y fácil. Es lo suficientemente bueno para la mayor parte de mis necesidades. Así que el blog se resiente. Y yo sufro. Ya debato menos aquí. Voy a perderos a algunos de vosotros como consecuencia, y vosotros sois el valor que recibo del blog. Pierdo memoria. Y pierdo el referente en torno al cual nos podemos reunir".
Yo también uso el blog para pensar y para guardar ideas que de otra manera perdería. Es memoria, sí, y como tal parece un patchwork de mi vida. Twitter, en cambio, es puro impulso de comunicar, ocurrencia, frase que no puede callarse; sublime o boba, pero siempre efímera.
Pero Twitter también es otra cosa. Yo, por ejemplo, acabo de escribir en esa pizarra de humo que estoy escuchando a la Callas -lo sigo haciendo ahora- porque la tipa -terca y caprichosa como la diva que fue- hace vibrar mi tímpano y con él una extraña fibra, que a veces llega casi a exasperarme. Y aunque lo cuento porque lo estoy haciendo y la máquina pregunta precisamente eso: ¿Qué estás haciendo?, no deja de ser una característica que me atribuyo como quien construye un avatar, mientras omito otras muchas que quizá me describen mejor, aunque luzcan menos. Porque, más allá de la información "útil" para el resto de tuiteros que se publica, con lo que contamos y con lo que callamos no hacemos más que construir un yo digital que quizá no tenga tanto que ver con lo que nosotros somos como nos gustaría pensar.
Pero de esa mentira espero poder hablar otro día.
1 comentario:
Es la mejor "motivación" que he leído de porqué escribir un blog.
O por lo menos coincido con ella.
Un saludo,
Amalia
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