miércoles, 25 de junio de 2008

Rebajado


Hoy han empezado las rebajas en Blanco. Una locura de tres o cuatro días en los que todo está a mitad de precio; al quinto ya no queda casi nada. Cuando he salido a comer me he encontrado en la puerta a tres compañeras de trabajo y una de ellas llevaba una bolsa grande de la tienda. "¡Hala, Fulanita! -le dije- Ya has arrasado con las rebajas de Blanco!". Me contestó que no, que la bolsa no era de hoy. "¡Pero a comprar vamos ahora!". Y se fueron las tres muertas de risa. Al llegar por la tarde, otra compañera tenía una bolsa de Blanco sobre la mesa. "¡Diez euritos un vestido! Y me queda de bien...". Y de nuevo risas.

A media tarde, llegó otra compañera, risueña y loca como siempre. "Hoy no hay chica sin bolsa de Blanco". Y contó que ella se había comprado dos chaquetas y una camisa. "Me voy a hacer un recadito y ahora vuelvo", dijo con mirada pícara mientras salía con la cartera en la mano. Poco después, la amiga de una compañera la llamó para que le dejase las llaves de su casa, donde había dejado las bolsas de sus compras en Blanco. "¡Y se compra unas cosas que luego no sabe si ponerse!", explicó mi compañera.

Poco después de las ocho y media -una hora poco usual de salida- me despedí hasta mañana y enfilé a paso vivo hacia la calle Real en dirección a Blanco. Algo tenían que haber dejado. La calle estaba llena, como casi siempre a esa hora, y yo apuraba para aprovechar el poco tiempo hasta la hora de cierre. Cuando andaba por la mitad del camino giré sin querer los ojos al lado izquierdo de la calle y entonces me encontré con aquel chico, el mismo que a veces paraba bajo el letrero de la fantasmal Casa Manolita. Estaba sentado en el suelo, con los codos en las rodillas y las sienes apoyadas en los nudillos, derrotado, y tenía ante sí una funda negra de guitarra salpicada por un puñado de pequeñas monedas de cobre. Intenté hacer como si no hubiese visto, pero no pude dar más de cuatro o cinco zancadas antes de que la vergüenza me frenase los pies. ¿Vergüenza de qué? No sé decirlo, pero vergüenza enorme, física, de la que hace enrojecer los ojos y encoge por dentro. Antes de llegar a Canuto Verea, di media vuelta, busqué la cartera y apreté en el puño el único billete que tenía, uno de los pequeños. Al llegar a su altura, me agaché y dejé el papel sobre la funda de la guitarra con mano veloz, como si lo hubiese robado. Creo que cuando suspendió su gesto abatido y levantó los ojos hacia mí ni siquiera había visto el billete. "Muchas gracias", me dijo como si le hubiese ayudado en algo, pero sin perder esa expresión de angustia que ya le había visto otras veces. Seguí caminando hacia casa, avergonzada todavía, triste.

Cuando una hora después volví e hice la foto a la tienda, había una empleada dentro recogiendo los últimos bártulos antes de irse a casa, y un guarda bajando la reja. Unos metros más allá, el chico seguía sentado en el mismo sitio, con la cabeza ahora erguida. Al llegar a su altura, ni me atreví a mirarlo.

Quizá mañana, después de encontrar una blusa mona o unas sandalias baratas en Blanco, su cara de angustia se me haya olvidado ya.

jueves, 19 de junio de 2008

Homenaje

Reproduzco íntegramente el editorial de Notodo.com, del que sólo suprimiría a la loca de BB:

Por supuesto que se puede querer más a un gato que a un hombre. De hecho, el hombre es el animal más horrible de la creación. Así de rotunda se mostraba Brigitte Bardot para defender su amor a los felinos. Hoy, nos van a perdonar, no vamos a dedicar nuestro editorial a BB (que también se merecería uno) sino a esos pequeños animales domésticos tan parecidos a nosotros (en casi todo). Marcel Mauss, el padre de la etnología francesa, proclamó que el gato es el único animal que ha logrado domesticar al hombre. Aldous Huxley, el autor de Un mundo feliz, confesó que si quieres escribir sobre seres humanos, lo mejor que puedes tener en casa es un gato. Mark Twain, con mucha ironía, declaró que, si fuese posible cruzar a un hombre con un gato, mejoraría el hombre, pero se deterioraría el gato, quizás porque, como dijo Colette, no hay gatos corrientes. Como ven, el mundo está lleno de hombres que han rendido pleitesía a los mininos. ¿Qué opinarán, por su parte, los gatos? Les dejamos con una frase de Garfield: Tigres, leones, elefantes, perros, focas, caballos, chimpacés, pulgas, hombres… ¡Todos han pasado por ello! Los únicos que nunca hemos hecho el imbécil en el circo… ¡somos los gatos!

martes, 10 de junio de 2008

La madre de Sergio

Ayer conocí a Alicia Fuentes, una mujer de 43 años que lleva más de seis sin ver a su hijo pequeño, Sergio. El niño cumplirá en agosto 12 años y Alicia se pregunta si habrá hecho la Primera Comunión. "Qué triste es para una madre no poder ver a su hijo haciendo la Comunión". Y mientras me lo dice oigo como empieza a llorar mientras yo sigo tomando notas con los ojos clavados en la libreta. Cuando levanto la vista sigue con la cara enrojecida, porque ella es de piel muy clara, de ojos muy azules y de pelo rubio, aunque ahora se lo haya puesto medio pelirrojo. "Me echo el color en casa; es por cambiar", me explica. Dice que desde lo de Sergio no tiene bien la cabeza, que se olvida de algunas cosas. Piensa que Sergio, al que pudo llamar Sergio hasta que a los cinco años lo vio por última vez en la casa cuna donde vivía, quizá ya no se llame así. "Igual le pusieron otro nombre", me dice, sin explicarse por qué le ha pasado a ella esto. "A lo mejor me lo quitaron porque era un niño muy guapo". Y saca de la cartera una foto de carné en la que malamente se ve a un niño rubito y muy bien peinado. Sabe que si Sergio la tuviera de nuevo delante quizá no querría volver con ella. "Pero poco a poco... Los dos vamos a necesitar ayuda", explica, y ya da por supuesto que va a ser verdad la esperanza que ha vuelto a encender un tribunal hace unas semanas.

El niño de Alicia fue dado en adopción por la Xunta a una familia que lo tenía acogido desde 2002 y ahora el Tribunal Constitucional ha dicho que la adopción es nula porque no se escuchó a la madre biológica, que siempre se opuso a entregar a su hijo. Su proceso judicial está aquí y otras cosas que me ha dicho son éstas.


No se me ocurrió llorar delante de ella por muy duro que sea ver a una madre a la que le han robado a su hijo porque intento ser profesional y no implicarme, pero cuando una hora después estaba sola en casa haciendo la comida, sin dejar de pensar en ella ni en su hijo, tuve que desahogarme. Me estaba ahogando imaginar a un niño de cinco años al que le han robado a su madre.

lunes, 2 de junio de 2008

Secretos


El huevo del
nido que yo conozco hace semanas y semanas que se abrió y lo que llevaba dentro no es secreto ya para nadie. Si fuese una niña buena, me lo hubiese guardado para mí. Pero ahora ya no tiene remedio. Ya no tengo secreto...

Sei um ninho.
E o ninho tem um ovo.
E o ovo, redondinho,
Tem lá dentro um passarinho
Novo.

Mas escusam de me atentar:
Nem o tiro, nem o ensino.
Quero ser um bom menino
E guardar
Este segredo comigo.
E ter depois um amigo
Que faça o pino
A voar...

(Miguel Torga, O segredo)