Llevo años diciendo que en esta ciudad no hay estrellas. Lo digo porque es verdad y también por provocar. Pero ahora resulta que sí, que las hay, y que, además de las que me he encontrado un puñado de veces en el cielo húmedo y espumoso que es la arena del Orzán, hay estrellas ocultas y, al mismo tiempo, encantadas de que alguien las descubra y se atreva a nombrarlas, como a las de arriba. Son estrellas discretas, escasas como la cuarta hoja de un trébol y portadoras de la misma suerte, pero que a veces se animan a despuntar en lo más cotidiano. Es todo cuestión de tiempo, de remolonear, de regalarse una tregua, como se escribía a sí mismo Gómez de la Serna... pero de esas cosas hablaré mañana.
(P.D. Ésta es la constelación de las Estrellas Tomateras y la he descubierto yo)
(P.D. Ésta es la constelación de las Estrellas Tomateras y la he descubierto yo)
1 comentario:
Bravo! Y tan cerca que estaba esta constelación y nunca "dera por ela"!!
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