sábado, 6 de septiembre de 2008

Dignidad (sin foto)

No tengo foto, pero sí imagen. La cuento. Fue hace unos días, en el súper. Estaba en la cola, con dos o tres personas delante, y esperaba medio distraída. Le tocaba el turno a una señora de cincuenta y tantos años con un niño rubio que no tendría más de cuatro y que debía de ser su nieto. El chaval le estaba contando que había resbalado en el suelo pulido del local, con esa manera peliculera de contar que tienen los niños a esa edad, cuando la cajera llamó su atención. "Mira el perrito", le dijo señalando a un cachorro dorado de orejas caídas que asomaba de un carro de la compra azul, en el que había también alguna ropa. El carro estaba a apenas dos metros, al lado de las taquillas y a poca más distancia de la puerta acristalada de la calle. El niño se estiró para mirar, descubrió al animal, que tenía medio cuerpo fuera y observaba extrañado a un lado y a otro, y enseguida se desentendió de él y siguió intentando explicarse.
Entonces yo ya había puesto toda mi atención en la cola y me di cuenta, un tanto sorprendida, de que me sonaba la pinta del cliente que tenía justo delante. Era bajito, poquita cosa, de pelo necesitado de lavar, cortar y peinar. Fue eso, el pelo, y la camisa gruesa de manga larga los que me sugirieron su cara, la del chico de la calle Real que, según dicen, estafaba a las almas caritativas pidiendo dinero para sacar a su perra de la perrera. Era él, sí, comprobé al verle el perfil sucio, los rasgos como pintados con tres o cuatro trazos de carboncillo.
Yo, que me divierto imaginando el tipo de gente que tengo delante en la cola según la compra que hace -si lleva pan y platos precocinados, si elige omega 3 y leche con fibra, si compra fruta o zumos en botella...-, lo tuve claro antes de ver la suya: lata de cerveza o brik de vino tinto. Me equivoqué, claro. Lo que puso encima del mostrador fue una caja de cartón con helados. Esos de bombón, con palo, de marca Leader Price. Los más baratos.
-Uno con cero ocho- le dijo la cajera tras pasar el código de barras por el lector, pero él ya tenía el dinero contado en la mano. Un montoncito de monedas de diez céntimos y unas cuantas más de las de cobre apresadas entre dos dedos.
No sé por qué, pero seguí atenta la cuenta de la cajera por si hacía falta poner alguna moneda más. Y cuando la mujer acabó de contar, pensé que había acertado al tener preparada la cartera.
-Faltan ocho céntimos, pero ya me los darás la próxima vez- dijo la cajera como si ella también se lo esperase.
Las dos nos equivocamos. El chico echó enseguida la mano al bolsillo y sacó unas cuantas monedas pequeñas más.
-No, no. Si tengo. Pensé que había contado bien- se disculpó mientras le entregaba los ocho céntimos.
Cuando la cajera comenzó a pasar mi compra por el lector, seguí con la vista al chico hasta que se detuvo junto al carro de la compra azul donde asomaba el cachorro y comenzó a acariciarle la cabeza. Al momento me di cuenta de que era su carro. Y su perro.
No sé explicar por qué, pero me alegré. Me alegré de eso y de haberme equivocado. Dos veces.


5 comentarios:

pau dijo...

Es fantástico María, y resulta increíble que vaya "surgiendo" como una serie de relatos pequeños alrededor de ese chico.
Otra cosa, encontré un "problemilla" al leerlo. Cuando se produce el paso de atención del niño al chico... hay un momento de confusión. Por un momento me pareció que el chico, (el del perro) era el niño... no sé, tal vez ha sido un problema mío al leerlo, pero no sé si hay un titubeo en la construcción. De todas maneras es fantástico.

Anónimo dijo...

Seguro que tiene ese problema y unos cuantos más. Lo revisaré.
Y sobre este chico, no es que tenga fijación, pero... hoy me lo he vuelto a cruzar, en la plaza de Pontevedra. Iba comiendo un helado. Palabra.
En fin...

pau dijo...

A veces pasa así en la vida. Durante una temporada parece girar en torno a algo, se producen casualidades, coincidencias... aprvéchalas, exprímelas.
Oye, nosotras tendríamos que conocernos un día de estos, no te parece?

Anónimo dijo...

Deberíamos conocernos, sí. Yo estoy fuera de A Coruña ahora, pero si me mandas una dirección de correo en cuanto vuelva al trabajo y me organice quedamos, vale?

pau dijo...

vale
paulasanvicentearrobagmailpuntocom
cuando me digas.
Tb podes pedir o telefone a Paco.