
Con un blog pasa un poco eso. Escribir un blog significa tener tiempo para pararse, haber podido pensar, haber echado un vistazo -aunque sea de corto alcance- atrás. Cuando los días pasan iguales, cuando transcurren objetivamente y no hay impulso de contar -una conversación en la charcutería, una frase bonita oída en el autobús, un chiste al menos- da miedo volver los ojos a ayer y no ver nada. No tener tiempo para teclear dos o tres frases es entonces una excusa salvadora para el no-vivir (no confundir con el sinvivir, que es un temblor del alma cien por cien vital), una razón poderosa para volver a aplazar... no se sabe muy bien qué.
Escribir un blog -escribir simplemente o sólo vivir- roba minutos, a veces una hora, dos, pero supone también dejar una marca en el nuevo trecho de camino ganado, hincar, como el escalador, otro anclaje que nos ayude a avanzar.
Escribir un blog -escribir simplemente o sólo vivir- roba minutos, a veces una hora, dos, pero supone también dejar una marca en el nuevo trecho de camino ganado, hincar, como el escalador, otro anclaje que nos ayude a avanzar.
Da igual que al final, si llegamos arriba del todo en nuestro ascenso, el premio no sea más que observar, ya sin fuerzas, el vasto paisaje que hemos dejado atrás.
Y descansar.
Y descansar.
4 comentarios:
Nadie lo explicaría mejor, algo así estaba enredando en estos momentos... y mira tú por dónde...
Acabo de sobresaltarme. Estaba aún leyendo en alto y corrigiendo cuando he visto el comentario. Extraña conexión la nuestra...
No me perderé una letra de tu enredadera.
Beijos
Y te sorprenderás, porque justamente pensaba en eso del "impulso de contar" y me he apoyado en tu comentario para buscar el impulso y decidirme. Bla bla bla.
Besos.
Publicar un comentario