Hoy he visto dos osos pardos, dos tigres (tristes), tres leones, una pantera negra (dos patas y media cabeza de una pantera negra), tres jabalíes, montones de ciervos, de pavos reales, un puñado de monos de apellidos diversos, serpientes de muchos colores, buitres, águilas, un precioso y elegante cuervo, arañas peludas, cucarachas, un búho pensativo, una cigüeña con un ala terminada en muñón, una mariposa, un escorpión, un camaleón de ojos alocados, dos gatos zalameros, dos linces europeos, tres o cuatro cabras de imponente cornamenta, peces de colores, lagartos grandes y pequeños, insectos palo, galiñas de Mos... Hoy he ido al zoo.
Hoy también he descubierto que con un año y medio de vida y una melodía pegadiza puedes aprender cualquier cosa. La musiquilla de Lola es: "Fulano, Fulano, Fulano es cojonudo, como fulano no hay ninguno". Y te deja con la cara hecha un garabato interrogativo cuando te toca el brazo y te dice: "A-é-a". No entiendes nada y repite: "A-é-a". A la tercera alguien experto, sentado en el asiento delantero del coche en el que tú viajas con dos sillas infantiles en los flancos, canta lo que tú ni imaginabas: "Andrea, Andrea, Andrea es cojonuda, como Andrea no hay ninguna". La operación se repite con Sergio, con Teo... Con Lola, no; no le gusta el autobombo, por lo que parece. Pero cuando su elenco de gente estupenda se acaba y la tarde transcurre ya entre fosos, estanques y jaulas, la melodía vuelve a entonarse tímida y comienza la lección. "¿El búho?", sugieres con cautela, por probar. Y responde una mirada atenta. Todo lo demás es cantar y cantar: "El búho, el búho, el búho es cojonudo, como el búho...". Y así todos los que pudieron salvarse del diluvio universal. El pato, el buitre, el cuervo, la cigüeña... Y ella repite; repite con lengua de trapo, pero repite al fin.
Hoy también he descubierto que con un año y medio de vida y una melodía pegadiza puedes aprender cualquier cosa. La musiquilla de Lola es: "Fulano, Fulano, Fulano es cojonudo, como fulano no hay ninguno". Y te deja con la cara hecha un garabato interrogativo cuando te toca el brazo y te dice: "A-é-a". No entiendes nada y repite: "A-é-a". A la tercera alguien experto, sentado en el asiento delantero del coche en el que tú viajas con dos sillas infantiles en los flancos, canta lo que tú ni imaginabas: "Andrea, Andrea, Andrea es cojonuda, como Andrea no hay ninguna". La operación se repite con Sergio, con Teo... Con Lola, no; no le gusta el autobombo, por lo que parece. Pero cuando su elenco de gente estupenda se acaba y la tarde transcurre ya entre fosos, estanques y jaulas, la melodía vuelve a entonarse tímida y comienza la lección. "¿El búho?", sugieres con cautela, por probar. Y responde una mirada atenta. Todo lo demás es cantar y cantar: "El búho, el búho, el búho es cojonudo, como el búho...". Y así todos los que pudieron salvarse del diluvio universal. El pato, el buitre, el cuervo, la cigüeña... Y ella repite; repite con lengua de trapo, pero repite al fin.
Hoy yo he aprendido una cosa; o dos. Ella -qué envidia- ha aprendido cien o doscientas cosas más.
1 comentario:
Ésta es la hermosa definición que da la RAE de la palabra búho: "búho.
(Del lat. vulg. bufo, y este del lat. bubo, -ōnis).
1. m. Ave rapaz nocturna, indígena de España, de unos 40 cm de altura, de color mezclado de rojo y negro, calzada de plumas, con el pico corvo, los ojos grandes y colocados en la parte anterior de la cabeza, sobre la cual tiene unas plumas alzadas que figuran orejas.
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