He resistido días y días con las sandalias en los pies, ansiosa de que llegase el otoño, pero negándome a vestir otra vez los dedos para aplazar el placer de sentir ese bienestar de nuevo. Hoy, que se ha pasado media madrugada lloviendo sonoramente para ahuyentar los gritos de borrachos y juerguistas bajo mi ventana, hoy que la mañana se ha abierto azul, tibia gracias al sol inesperado, me he puesto botas, por fin, y he sacado a pasear mi paraguas violeta. El paraguas no lo he abierto, claro, pero he dado por inaugurada, también por fin, la estación, mi estación. En el cuadernillo del bolso, que no es verde, anoté hace unos días las cosas que debía escribir aquí para bendecir el otoño y aunque es una lista incompleta y ramplona la anoto:
-El otoño me desborda los ojos con la lluvia, las hojas doradas, el mar plomizo y bravo.
-Me humedece el paladar porque trae consigo castañas, manzanas verdes, naranjas ácidas, caldos, sopas, ganas de estar acurrucadita en casa.
-Me repica en los oídos por la lluvia, de nuevo; tañe el Día de Difuntos, tan apacible, tan raro; resuena como el viento entre las hojas de los árboles, como hojas de libros suspendidos en las ramas, como campanas.
-Me cosquillea en la nariz con su olor a tierra, a hierba mojada, con su olor a puchero, a chocolate espeso y a calor de casa.
-Me estrecha entre lanas, me oculta bajo el edredón de plumas, me dice de dónde vine, una mañana de sol, en noviembre; me dice a dónde voy, como ese hombre tranquilo de la foto, con su perro en la playa.
-El otoño me...
...perdón, me acabo de dar una palmada en la frente y ya he reaccionado.
-El otoño, perdón de nuevo, me llena las teclas de cursiladas.
-El otoño me desborda los ojos con la lluvia, las hojas doradas, el mar plomizo y bravo.
-Me humedece el paladar porque trae consigo castañas, manzanas verdes, naranjas ácidas, caldos, sopas, ganas de estar acurrucadita en casa.
-Me repica en los oídos por la lluvia, de nuevo; tañe el Día de Difuntos, tan apacible, tan raro; resuena como el viento entre las hojas de los árboles, como hojas de libros suspendidos en las ramas, como campanas.
-Me cosquillea en la nariz con su olor a tierra, a hierba mojada, con su olor a puchero, a chocolate espeso y a calor de casa.
-Me estrecha entre lanas, me oculta bajo el edredón de plumas, me dice de dónde vine, una mañana de sol, en noviembre; me dice a dónde voy, como ese hombre tranquilo de la foto, con su perro en la playa.
-El otoño me...
...perdón, me acabo de dar una palmada en la frente y ya he reaccionado.
-El otoño, perdón de nuevo, me llena las teclas de cursiladas.
2 comentarios:
me confieso terrible y envidiosamente cursi. snif.
Me vi en la disyuntiva de borrarlo o de reírme un poco de la palabrería en la que me estaba enredando. Y me tuve que reír, claro. Cursi sólo me llamo a mí misma. Jeje.
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