
Queridos Reyes Magos:
Quizá sea un poco pronto para escribiros, pero como Carrefour ya me ha mandado el catálogo de juguetes y el formulario para redactar esta carta había pensado que quizá por una vez -y más ahora con la crisis- es hora de pedir, por si las existencias se acaban.
Después de hojearlo, sin embargo, ya no sé si pedir regalos o explicaciones. Porque yo quería una cámara digital y claro que la encontré en el catálogo -tiene 150 páginas-. Pero aunque sacar una foto es un acto del todo neutro, donde no se requiere más que vista en un ojo y movilidad en un dedo, la máquina en cuestión se presenta en dos modelos: azul con estrellas y rosa con corazones.
¡No, no! No me deis explicaciones todavía ni digáis que puedo elegir el color que quiera, no seais políticamente correctos, por favor, porque ya no me lo creo. Quizá lo creí durante un tiempo, cuando vi por ejemplo que a mi sobrino le traíais una muñeca cuando tenía uno o dos años, pero dejé de creerlo cuando, al cumplir los tres, pidió una bicicleta de su color favorito y, a instancias de su abuelo, acabasteis trayéndosela azul por miedo tal vez a que si fuese como él quería, rosa, acabara volviéndose gay. No me digais entonces que yo puedo comprarme una cámara azul. Ya no me trago esa trola.
Tampoco puedo, por el mismo motivo, pediros un ordenador, que también me haría ilusión, porque el que me he encontrado en el catálogo dos páginas después hace la misma selección natural: tenemos el modelo Mickey, rojo, negro, verde, azul... y el modelo Minni, rosa, rosa, rosa y blanco, y con forma de corazón. Y, con mi inocencia pueril, me pregunto: ¿Qué ocurre? ¿Los hombres no tenéis corazón? ¿O es, más bien, que las descorazonadas somos nosotras y por eso, desde niñas, nos metéis la víscera que nos falta por los ojos?
Sigo viendo el catálogo y prefiero obviar los modelos verdes y ¡rosas! de los teclados, consolas y bolígrafos de Pocoyó. Eso es una nimiedad. Opto por pasar directamente a la parte rosa del asunto, a las páginas con encabezamiento rosa, las del centro de maternidad, el centro de belleza, la peluquería, las cunas, las mesas de comiditas, esas donde aparecen niñas dándole el biberón a sus bebés, empujando sus cochecitos... donde en cuatro cocinas aparecen cinco niñas y ¡un niño! Pasamos también a esas otras, también rosas, de la barby, donde te preguntan: ¿Qué fashionista eres tú? Y te aseguran que de las seis muñecas que te presentan ¡cada una tiene una personalidad! ¿Saben lo que están diciendo?
Y saltando la página también rosa de Hannah Montana, paso ya a otras dos donde domina el naranja y aparecen niños con disfraces de superhéroes. Niños, sí, vestidos de superman, batman, power ranger, marciano con poderes... ¿Y las niñas? Pues una de cenicienta con vestido azul, otra de princesa barbi con vestido rosa y un combinado de High School Musical con una animadora y otras dos niñas con ademanes de señorita pepis. Ese es el abanico de atuendos. Y a partir de entonces comienza el mundo azul...
Y azules son los coches, naves, personajes fantásticos, maquetas futuristas, guitarras, sables, robots, camiones, el barco pirata de Peter Pan, el camión safari de Tarzán, el castillo del Rey Arturo, el taller de bricolaje, el set de construcción espacial, el barco y el helicóptero de rescate, el volante Cars, el estadio de carreras, el tren eléctrico, el plató de televisión, el parque de bomberos, las urgencias hospitalarias, el scalextric y los coches teledirigidos.
Y en las siguientes páginas naranjas, las supuestas unisex, el azul y el rosa siguen marcando algunos juguetes: Genio Smart y Girl PC; las pizarras donde un niño dibuja edificios y un avión y una niña pinta -¡en rosa!- flores y corazones; el Moon Sand Construcciones o el Moon Sand Ponies (estos rosas y lilas con corazones y manejados por dos niñas)... Y después -¡por fin!- muchos juegos de mesa con colores neutros entre los que yo -¡por fin!, repito- puedo elegir sin fijarme en los colores.
Y cuando parece que eso va a ser todo, queridos Magos, aunque no sea poco, llega todavía el capítulo de vehículos de motor, donde hasta los correpasillos van pilotados por niños y en cuatro páginas la única niña que se ve en un coche va ¡de copiloto! mientras el volante lo maneja un varoncito. Pensé que no podía encontrarme más sorpresas, pero me bastó con volver la página para toparme con una guinda en el apartado de bicicletas para niños y niñas de 2 a 5 años: la roja es Max Bombero, con casco y extintor; la rosa, Pretty Girl, con casco y ¡portamuñecas!, un elemento indispensable que no falta en ninguno de los modelos rosa y que en los rojos o azules se sustituye por un práctico portaobjetos.
Y así las cosas ya no quiero regalo. Ni regalo ni explicación ni nada. Así no quiero más Reyes. En este mundo donde reina la oferta y la demanda, paso de vuestro catálogo transnochado que nunca hará soñar a las arquitectas, conductoras, astronautas, bomberas, carpinteras, maquinistas, doctoras y heroínas de mañana.
Espero encontrar de aquí al 6 de enero unas Magas que no me hagan trucos ni trampas. Desadme suerte.
Vuestra (hasta ahora),
Yo.
P.D: en la imagen, mi sobrino trata de evitar que se le caiga la niña mientras conduce la bici azul que le trajisteis a los tres años y que no tiene portamuñecas.